miércoles, 2 de febrero de 2011

La puerta a la fantasía

Os voy a contar una historia de dos niños que solían pasar sus navidades en el pueblo medieval llamado Alquézar. Son dos hermanos de doce y seis años. El mayor, Pablo detestaba estas fiestas por lo que todos los años se proponía fastidiárselas a su familia. Este año era diferente porque si quería conseguir su regalo más preciado, la Wii, tenía que hacer buenas acciones. Por lo tanto, hizo una lista con actos que podía hacer para ayudar a los vecinos de Alquézar. A su hermana pequeña, Clara, le encantaba estar con su hermano, por lo que decidió acompañarle en todos estos actos.
Clara vivía con la ilusión y la inocencia que la corresponde a esa edad en estas fechas tan señaladas y no entendía como su hermano las detestaba y no creía en Papa Noel y en los Reyes Magos.
Día tras día, iban apartando la nieve de las puertas de los vecinos, les ayudaban en sus compras, en adornar sus casas, entre otras muchas cosas.
Tras estas acciones ocurría un suceso inexplicable. Todos los días cuando regresaban a su casa a cenar, descubrían un regalo delante de la chimenea con una etiqueta en la que ponía Pablo. Esté pensó que eran sus padre quienes lo dejaban allí como gratitud a sus acciones. En cambio, Clara que tenía tanta imaginación y era tan soñadora, creía que algún ser mágico estaba detrás de ello y ella iba a descubrirlo. Por eso, una tarde le dijo a su hermano que estaba mala y se escondió detrás del sillón que estaba en frente de la chimenea. Paso toda la tarde y cuando Pablo estaba a punto de llegar, Clara vio que la chimenea se ilumino y que de ella salía un brazo que dejaba el regalo a Pablo. Clara se froto los ojos una y otra vez para comprobar que lo que estaba viendo era real. Espero a que llegara Pablo para contarle lo sucedido. Éste no le creyó y pensó que era fruto de su imaginación.
Una tarde Clara aprovecho que sus padres habían salido a comprar y ató a su hermano al sillón que estaba en frente de la chimenea. Después, pidió al vecino que se disfrazara de Pablo, y que hiciese la acción que le tocaba esa tarde. Al acabar la tarde, Pablo, sorprendido vio como se iluminaba la chimenea y una mano dejaba un regalo allí. Entonces, llegó Clara nerviosa por sabes si Pablo había visto algo mágico. Sin embargo, Pablo creyó que era mentira y que había tenido un sueño. No obstante, como su hermana estaba tan pesada, para que se callara aceptó intentar entrar por la chimenea. Cunado introdujeron el brazo los dos a la vez la chimenea les absorbió. De repente estaban deslizándose por toboganes de nieve a toda velocidad. No conocían cual era su destino hasta que chocaron con una inmensa puerta de madera. Los dos estaban asombrados y no paraban de dar vueltas sobre si mismos para ver donde estaban. Como no lo sabían decidieron llamar a la puerta. Un ser diminuto salio a recibirles y los confundió con unos trabajadores.


Le siguieron y entraron en un gran almacén en el que había miles y miles de juguetes.


Cuando estaban sorprendidos alguien toco sus hombros. ¡No podían creérselo! ¡Era Papa Noel! Éste explico al duende que les había recibido que no eran trabajadores sino niños. Los niños le explicaron que estaban allí por los regalos que había recibido Pablo. Papa Noel sonrío y asintió pidiéndoles que le acompañaran. Les llevo a una pared llena de pizarras que correspondían a todos los niños del mundo. En cada una había puntos verdes por las buenas acciones que habían hecho ese niño y rojos por las malas. En la de Pablo ganaban los puntos rojos pero últimamente estaba haciendo buenas acciones Papa Noel había decidido hacerle un regalo por cada una de ellas para animarle a seguir haciéndolas. Hizo prometer a Pablo que iba a seguir así y los mando de regreso a su casa, no sin antes hacerles comer un caramelo. No era cualquier caramelo sino que era capaz de convertir realidad en sueño. De esta manera los niños no recordarían ese lugar secreto. A la mañana siguiente los dos hermanos se levantaron contentos por el sueño que habían tenido y Pablo no volvió a reírse de su hermana, ni hacer malas acciones nunca jamás.



FIN




pdt: Mas vale tarde que nunca :)

1 comentario:

  1. ¡Por supuesto! Además sería una pena que no publicaras este relato...

    Genial :)

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